sábado, 10 de febrero de 2007

TRAS EL "PSEUDO" DE LA IZQUIERDA

Tras el pseudo de la izquierda

Por Gustavo H Martínez



Hacen ya varios meses desde aquella jornada electoral que pudo ser calificada como trágica si los mexicanos hubiésemos sido engañados por aquel insensato y pseudo político que tras sus oníricas y alucinógenas promesas de campaña guardaba un aberrante proyecto alternativo de nación óptimo tan solo para la desgracia de los mexicanos.

Tan solo basta hacer un recuento de los daños que han causado los representantes de la llamada izquierda mexicana tras haber perdido las elecciones de los comicios electorales del pasado dos de julio para darnos cuenta que nuestro país se ha librado de una repugnante plaga que movilizó a cientos de mexicanos engañados, llamada Andrés Manuel López Obrador.

Hace un año, cuando las encuestas, aun le favorecían, algunos de los analistas consideraban que la tendencia de AMLO estaba reforzada por millones de mexicanos que en su mayoría pertenecían a clases media-baja y baja. Más tarde, según las estadísticas ésta última era quien soportaba electoralmente la campaña del tabasqueño y casi finalmente se dijo que las personas de menores recursos y escaso acceso a la educación seguía apoyando al demagogo perredista lo cual hacía suponer que las personas con menores elementos de comparación y menor nivel educativo era quien le seguía en el supuesto paso a la re-fundación del estado, sin embargo, a más de seis meses los mexicanos constatamos que no hace falta un elevado nivel académico ni de sapiencia para observar que las absurdas estrategias políticas de los operadores de Andrés Manuel y las del mismo Obrador fueron ineficaces. Además, este hecho nos hace constatar la escasa o nula vocación política del que fuera candidato a la presidencia por parte del PRD y sus secuaces.

Si los mexicanos hubiésemos votado por aquel simpático y canoso ser que hablaba de chachalacas y de mandar al diablo a las instituciones entre otras barbaridades, ese dos de julio pudo haber sido uno de lo más trágicos de nuestra historia, el principio de un gran régimen de intolerancia y retorno a un verdadero presidencialismo.

Es cierto que el sueño de la equidad es inmensamente atractivo, que el estado necesita de manera urgente una reforma, que la corrupción duele en los rostros de niños con hambre y ancianos olvidados, que el desempleo es una aterradora realidad, sin embargo, aquella tesis de la lucha de clases ha sido superada, el panorama mundial es distinto a aquel glorioso 68 donde los jóvenes y los iconos revolucionarios repartían panfletos subversivos y anhelaban una pizca de libertad de expresión. Los tiempos en los que vivimos exigen una revolución distinta al de la lucha armada, una revolución inteligente que no nos excluya del mercado global, necesitamos competitividad, trabajo, fomento a la inversión, un buen estado de derecho, y la reforma del estado a partir de una propuesta antropocéntrica, no de juegos verbales que desestabilizan y polarizan al país. Satanizar el proyecto neoliberal poco ayuda, sobre todo cuando las demás alternativas son inviables frente al proyecto global.

A seis meses de habernos salvado de regalarle nuestro voto al también llamado Peje y luego de que éste intrépido personaje de la política mexicana nos divirtiera hasta el llanto con su original espectáculo legitimate-circus en el zócalo, en Reforma y en otros sitios sería interesante –o tal vez necesario- que anotáramos los vergonzosos acontecimientos como la toma del congreso, el apoyo a la violencia de la APPO y similares, en la libreta de nuestra memoria para no caer nuevamente en errores de la misma naturaleza. O ¿usted que piensa?

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